LECCIÓN 193
Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que yo aprenda.
El
aprendizaje es algo que le es ajeno a Dios. Su Voluntad, no obstante, se
extiende hasta lo que Él no entiende, en el sentido de que Él dispone
que la felicidad que Su Hijo heredó de Él permanezca incólume, sea
perpetua y por siempre en aumento, que se expanda eternamente en la
dicha de la creación plena, que sea eternamente receptiva y
absolutamente ilimitada en Él. Ésa es Su Voluntad. Por lo tanto, Su
Voluntad provee los medios para garantizar que se cumpla.
Dios
no ve contradicciones. Sin embargo, Su Hijo cree verlas. Por eso tiene
necesidad de Alguien que pueda corregir su defectuosa manera de ver y
ofrecerle una visión que lo conduzca de nuevo al lugar donde la
percepción cesa. Dios no percibe en absoluto, El es, no obstante, Quien
provee los medios para que la percepción se vuelva lo suficientemente
hermosa y verdadera como para que la luz del Cielo pueda resplandecer
sobre ella. El es Quien responde a las contradicciones de Su Hijo y
Quien mantiene su inocencia a salvo para siempre.
Éstas son las
lecciones que Dios quiere que aprendas, Su Voluntad se refleja en todas
ellas, y ellas reflejan Su amorosa bondad para con el Hijo que Él ama.
Cada lección encierra un pensamiento central, que se repite en todas
ellas. Su forma es lo único que varia, según las circunstancias, los
acontecimientos, los personajes o los temas, los cuales parecen ser
reales, pero no lo son. Su contenido fundamental es el mismo y es éste:
Perdona, y verás esto de otra forma.
Es cierto que no parece que todo pesar no sea más que una falta de
perdón. No obstante, eso es lo que en cada caso se encuentra tras la
forma. Esta uniformidad es lo que hace que el aprendizaje sea algo
seguro, ya que la lección es tan simple que al final no se puede
rechazar. Nadie se puede ocultar para siempre de una verdad tan obvia,
que aunque se presenta en innumerables formas, se puede reconocer con la
misma facilidad en todas ellas, sólo con desear ver la simple lección
que allí se encierra.
Perdona, y verás esto de otra forma.
Éstas son las palabras que el Espíritu Santo te dice en medio de todas
tus tribulaciones, todo dolor y todo sufrimiento, sea cual sea la forma
en que se manifiesten. Éstas son las palabras con las que a la tentación
le llega su fin, y la culpabilidad, abandonada ahora, deja de ser
objeto de reverencia. Éstas son las palabras que ponen fin al sueño de
pecado y eliminan todo miedo de la mente. éstas son las palabras
mediante las cuales al mundo entero le llega la salvación.
¿No
deberíamos acaso aprender a decir estas palabras cada vez que nos
sintamos tentados de creer que el dolor es real y la muerte se vuelva
nuestra elección en lugar de la vida? ¿No deberíamos acaso aprender a
decirlas una vez que hayamos comprendido el poder que tienen para
liberar a todas las mentes de la esclavitud? Éstas son palabras que te
dan poder sobre todos los acontecimientos que parecen tener control
sobre ti. Ves esos acontecimientos correctamente cuando mantienes estas
palabras en tu conciencia, sin olvidarte de que son aplicables a todo lo
que ves o a todo lo que cualquier hermano contemple erróneamente.
¿Cómo puedes saber cuándo estás viendo equivocadamente o cuándo no está
alguien percibiendo la lección que debería aprender? ¿Parece ser real
el dolor en dicha percepción? Si lo parece, ten por seguro que no se ha
aprendido la lección, y que en la mente que ve el dolor a través de los
ojos que ella misma dirige permanece oculta una falta de perdón.
Dios no quiere que sigas sufriendo de esa manera. Él quiere ayudarte a
que te perdones a ti mismo. Su Hijo no recuerda quién es, y Dios no
quiere que se olvide de Su Amor ni de todos los dones que Su Amor trae
consigo. ¿Renunciarías ahora a tu propia salvación? ¿Dejarías acaso de
aprender las sencillas lecciones que el Maestro celestial pone ante ti
para que todo dolor desaparezca y el Hijo pueda recordar a su Padre?
Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que aprendas. Él no deja
ningún pensamiento rencoroso sin corregir, ni que ninguna espina o clavo
lastime en modo alguno a Su santo Hijo. El quiere asegurarse de que su
santo descanso permanezca sereno e imperturbable, sin preocupaciones, en
un hogar eterno que cuida de él. Él quiere que todas las lágrimas sean
enjugadas y que no quede ni una sola más por derramar, ni ninguna que
sólo esté esperando el momento señalado para brotar. Pues Dios ha
dispuesto que la risa reemplace a cada una de ellas y que Su Hijo sea
libre otra vez.
Hoy trataremos de superar en un solo día miles
de aparentes obstáculos a la paz. Deja que la misericordia llegue a ti
cuanto antes. No trates de posponer su llegada ni un sólo día, minuto o
instante más. Para eso se hizo el tiempo. Úsalo hoy para lo que es.
Dedica, mañana y noche, el tiempo que puedas a lo que éste tiene como
propósito, y no permitas que el tiempo que dediques sea menos que el que
sea necesario para satisfacer tu más imperiosa necesidad.
Da
todo lo que puedas, y luego da un poco más. Pues ahora nos levantaremos
apresuradamente e iremos a casa de nuestro Padre. Hemos estado ausentes
demasiado tiempo y ya no queremos seguir demorándonos más aquí. Según
practicamos, pensemos en todas las cosas con las que nos hemos quedado
para resolverlas por nuestra cuenta y que hemos mantenido fuera del
alcance de la curación. entreguémoselas a Aquel que sabe cómo
contemplarlas de manera que desaparezcan. La verdad es Su mensaje; la
verdad es Su enseñanza. Suyas son las lecciones que Dios quiere que
aprendamos.
Hoy, y en los días venideros, dedica un poco de
tiempo cada hora a practicar la lección del perdón tal como se indique.
Trata de aplicarla a lo acontecido en esa hora, de manera que la próxima
esté libre de todo ello. De esta manera, las cadenas del tiempo se
desatarán fácilmente. No dejes que ninguna hora arroje su sombra sobre
la siguiente, y cuando haya transcurrido, deja que todo lo acontecido se
vaya con ella. De este modo, permanecerás libre y en paz eterna en el
mundo del tiempo.
Esta es la lección que Dios quiere que
aprendas: Hay una manera de contemplarlo todo que te acerca más a Él y a
la salvación del mundo. A todo lo que habla de terror, responde de esta
manera:
Perdonaré, y esto desaparecerá.
Repite estas mismas palabras ante toda aprensión, preocupación o sufrimiento.
Y entonces estarás en posesión de la llave que abre las puertas del
Cielo y que hace que el Amor de Dios el Padre llegue por fin hasta la
tierra para elevarla hasta el Cielo. Dios Mismo dará este paso final. No
te niegues a dar los pequeños pasos que te pide para que puedas llegar
hasta Él.
Un curso de milagros
Yo soy el Ángel del Apoyo✿✿⊹⊱
Entra en mi resplandor de inconmensurable belleza y refúgiate en el
amor de mis brazos angelicales. Te traigo dones de amor y mensajes
divinos de tus hermanos del Mundo Celestial: «Los ángeles te amamos y
caminamos junto a ti… queremos ser tu apoyo, tu amparo, tu protección».
Escucha nuestros susurros, descansa en nosotros, no permitas que la vida sea una carga. Queremos
ayudarte… Sólo háblanos… pide nuestra intercesión y recibirás nuestro
amor y nuestra bendición. Luego, conviértete en nuestro conducto y
transmite el resplandor de nuestra luz. Sé el apoyo de otros y así serás
feliz.
Ahora… quédate aquí… recostado en mi corazón. Recibe el
día con entusiasmo… Todo te saldrá bien. Recuerda… tienes apoyo
angelical y un tierno beso para tu alma que te he enviado desde el reino
celestial… con muchísimo amor…
Autor: Lucy Aspra
Afirmacion diaria
Mi vida refleja el bien, y solo bien recibo a cambio. Soy la serena y la tranquila expresión de la vida.
Louise Hay