A veces me pregunto, ¿cómo puedo medir el éxito? ¿Es acaso el saldo en
mi cuenta de banco, el número de amigos que tengo o la cantidad de cosas
que poseo? Éstas son escalas materiales, pero no reflejan mi verdadero
valor.
La medida del éxito es la habilidad
que tengo para recibir cada día con una actitud positiva y con la
seguridad de que estoy en mi lugar correcto y perfecto. Es vivir
sabiendo que la presencia de Dios me guía a las acciones correctas. Es
mi capacidad de confiar en el apoyo del poder divino. Al permitir que la
luz de Dios resplandezca en todo lo que hago, no puedo fallar.
Permaneciendo fiel a la poderosa Presencia en mí, avanzo con confianza.
Ésta es la medida del éxito.
Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.—Salmo 119:105
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