Ésta
es la afirmación que algún día habrá de erradicar de toda mente todo
vestigio de arrogancia. Éste es el pensamiento de la verdadera humildad, que
no te adjudica ninguna otra función, excepto la que se te ha encomendado.
Dicho pensamiento supone tu aceptación del papel que te fue asignado, sin
insistir en que se te asigne otro. No se detiene a considerar qué papel
es el que es adecuado para ti. Tan sólo reconoce que la Voluntad de Dios
se hace tanto en la tierra como en el Cielo. Une a todas las voluntades
de la tierra en el plan celestial para la salvación del mundo, y les
restituye la paz del Cielo.
No nos opongamos a nuestra función. No fuimos nosotros quienes la
establecimos. No fue idea nuestra. Se nos han proporcionado los medios
para llevarla a cabo perfectamente. Lo único que se nos pide es que
aceptemos nuestro papel con genuina humildad, y que no neguemos con un
aire de falsa arrogancia que somos dignos de él. poseemos la fuerza
necesaria para hacer lo que se nos pide llevar a cabo. Nuestras mentes
están perfectamente capacitadas para desempeñar el papel que nos asignó
Uno que nos conoce bien.
Mientras no entiendas su significado, puede que la idea de hoy te parezca
muy ardua. Lo único que dice es que tu Padre te recuerda todavía y te
ofrece la perfecta confianza que tiene en ti, Su Hijo. No te pide que
seas diferente de como eres en modo alguno. ¿Que otra cosa sino esto
podría pedir la humildad? ¿Y qué otra cosa sino esto podría negar la
arrogancia? Hoy no dejaremos de cumplir nuestro cometido con la engañosa
excusa de que es un insulto a la modestia. Es el orgullo el que se niega
a responder a la Llamada del Propio Dios.
Hoy dejaremos a un lado todo vestigio de falsa humildad para poder
escuchar la Voz de Dios revelarnos lo que desea que hagamos. No pondremos
en duda nuestra capacidad para llevar a cabo la función que Él nos
ofrezca. Sólo estaremos seguros de que Él conoce nuestras fuerzas,
nuestra sabiduría y nuestra santidad. y si Él nos considera dignos, es
que lo somos. Es sólo la arrogancia la que opina de otra manera.
Hay una manera, y sólo una, de liberarse del encarcelamiento al que te ha
llevado tu plan de probar que lo falso es verdadero. Acepta en lugar de
él el plan que tú no trazaste. No juzgues si eres o no merecedor de él.
Si la Voz de Dios te asegura que la salvación necesita que tú desempeñes
tu papel y que la totalidad depende de ti, ten por seguro que así es. Los
arrogantes tienen que aferrarse a las palabras, temerosos de ir más allá
de ellas y de experimentar lo que podría poner en entredicho su postura.
Los humildes, en cambio, son libres para oír la Voz que les dice lo que
son y lo que deben hacer.
La arrogancia forja una imagen de ti que no es real. Ésa es la imagen que
se estremece y huye aterrorizada cuando la Voz que habla por Dios te
asegura que posees la fuerza, la sabiduría y la santidad necesarias para
ir más allá de toda imagen. Tú, a diferencia de la imagen de ti mismo, no
eres débil. No eres ignorante ni impotente. El pecado no puede mancillar
la verdad que mora en ti, ni la aflicción puede acercarse al santo hogar
de Dios.
Esto es lo que te dice la Voz que habla por Dios. y según Él te habla, la
imagen se estremece e intenta atacar la amenaza que le resulta
desconocida, al sentir que sus cimientos se derrumban. Abandónala. La
salvación del mundo depende de ti, y no de ese pequeño montón de polvo.
¿Qué podría esa imagen decirle al santo Hijo de Dios? ¿Por qué tiene él
que preocuparse por ella en absoluto?
Y así hallamos nuestra paz. Aceptaremos la función que Dios nos
encomendó, pues toda ilusión descansa sobre la absurda creencia de que
podemos inventar otra función para nosotros. Los papeles que nosotros mismos
nos hemos auto-otorgado son inestables y parecen oscilar entre la
aflicción y la dicha extática del amor y de amar. Podemos reír o llorar,
recibir el día de buen grado o bien recibirlo con lágrimas. nuestro
propio ser parece cambiar según experimentamos múltiples cambios en
nuestro estado de ánimo, y nuestras emociones nos remontan hacia lo alto
o nos estrellan contra el suelo sumiéndonos en la desolación.
¿Es éste el Hijo de Dios? ¿Habría podido Él crear semejante inestabilidad
y llamarla Su Hijo? Aquel que es inmutable comparte Sus atributos con Su
creación. Ninguna de las imágenes que Su Hijo aparenta forjar afecta lo
que él es. Dichas imágenes revolotean por su mente como hojas arrastradas
por el viento, que forman diseños fugaces y se desbandan para volverse a
agrupar hasta finalmente dispersarse. O como los espejismos que se ven en
el desierto.
Estas imágenes insubstanciales desaparecerán y dejarán tu mente libre y
serena cuando aceptes la función que se te ha encomendado. Las imágenes
que fabricas sólo dan lugar a metas conflictivas, transitorias y vagas,
inciertas y ambiguas. ¿Quién podría mantener un esfuerzo constante o
poner todas sus energías y empeño en metas como éstas? Las funciones que
el mundo tiene en gran estima son tan inciertas, que aún las más sólidas
cambian por lo menos diez veces por hora. ¿Qué se puede esperar de metas
como éstas?
Como bello contraste, tan seguro como el retorno del sol cada mañana para
disipar la noche, tu verdadera función se perfila clara e inequívocamente.
No hay duda acerca de su validez. Pues procede de Uno que no conoce el
error y Cuya Voz está segura de Sus mensajes. Éstos nunca cambiarán ni
estarán en conflicto. Todos ellos apuntan hacia un solo objetivo, el cual
puedes alcanzar. Puede que tu plan sea imposible, pero el de Dios jamás
puede fracasar porque Él es su Fuente.
Haz lo que la Voz de Dios te indique. Y si te pide que hagas algo que
parece imposible, recuerda Quién es el que te lo pide y quién el que
quiere negarse. Luego considera esto: ¿Quién de los dos es más probable
que esté en lo cierto? ¿La Voz que habla por el Creador de todas las
cosas y que las conoce exactamente como son o la distorsionada imagen de
ti mismo, que es inconsistente y está confundida, perpleja e insegura de
todo? No permitas que Su Voz te dirija. Oye en su lugar una Voz que es
inequívoca y que te habla de la función que te encomendó tu Creador,
Quien te recuerda y te exhorta a que te acuerdes de Él ahora.
Su dulce Voz llama desde lo conocido a lo que no conoce. Él quiere
consolarte, aunque no conoce el pesar. El quiere hacer una restitución,
si bien goza de absoluta plenitud; Él quiere hacerte un regalo, si bien
sabe que ya lo tienes todo. Él tiene Pensamientos que satisfacen
cualquier necesidad que Su Hijo perciba, si bien Él no las ve. pues el
Amor sólo puede dar, y lo que se da en Su Nombre se manifiesta en la
forma más útil posible en un mundo de formas.
Ésas son las formas que jamás pueden engañar, ya que proceden de la
Amorfia Misma. El perdón es una forma terrenal de amor, que, como tal, no
tiene forma en el Cielo. No obstante, lo que aquí se necesite, aquí se
concederá. Valiéndote de esta forma puedes desempeñar tu función incluso
aquí, si bien el amor significará mucho más para ti cuando se haya
restaurado en ti el estado de amorfía. La salvación del mundo depende de
ti que puedes perdonar. Ésa es tu función aquí.
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Un curso de milagros
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Yo Soy el Ángel que necesita tu
Colaboración
¿Sabes que es un Ángel? Somos seres
espirituales igual que tú, solo que no usamos el cuerpo material que tú
usas en este momento.
Nosotros usamos nuestro cuerpo de luz,
espiritual, que tú también tienes, aunque oculto tras el cuerpo
material. Es un cuerpo de luz, porque las moléculas que lo componen
vibran a una altísima frecuencia y fuera de nuestro plano sólo se ve la
emisión de su luz.
Cuando más emplees tus sentidos
espirituales, más nítidamente nos podrás ver. Porque nosotros somos
seres determinados, no somos energía dispersa por el espacio. No
necesitamos un cuerpo físico porque nuestra labor se realiza a nivel
espiritual. Debemos llegar al corazón de los hombres para inspirarles,
susurrarles y conducirlos a la bondad.
Cuando no se abren las puertas a nuestra
presencia, cuando los hombres no activas sus sentidos espirituales, no
podemos comunicarnos, no pueden seguir nuestros consejos, ni nuestros
susurros de protección, porque no nos pueden escuchar, porque recuerda…
los ángeles nos comunicamos con el alma, NO con el cuerpo material. Y
por esto hoy te he escogido a ti.
No es ninguna casualidad que estes leyendo
esta nota. Deseo cubrirte con mi resplandor de AMOR e inspirarte muchas
cosas en que nos pueden servir de ayuda…
Ven.. ven cariño mío, descansa en mi
corazón. Te AMO profundamente…
Cierra tus ojos y escucha… escucha… escucha
mis susurros de amor.
Estoy en tí, tu estas en mí, SOMOS UN SOLO
SER.….
Con Amor en mi corazón
Agenda Angelical de Lucy Aspra
AUTOR LUCY ASPRA
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