Mensaje diario
LECCIÓN 152
Tengo el poder de decidir.
Nadie puede sufrir pérdida alguna a menos que ésa haya sido su propia
decisión. Nadie sufre dolor salvo cuando él mismo así lo decide. Nadie
puede estar afligido, sentir temor o creer que está enfermo a menos que
eso sea lo que desea. Y nadie muere sin su propio consentimiento. Jamás
ocurre nada que no sea una representación de tus deseos, ni se te niega
nada de lo que eliges. He aquí tu mundo, completo hasta el más ínfimo
detalle. He aquí toda la realidad que tiene para ti. Más es sólo ahí
donde se encuentra la salvación.
Tal vez creas que ésta es una
postura extrema o demasiado abarcadora para poder ser verdad. Mas
¿podría la verdad hacer excepciones? Si se te ha dado todo, ¿cómo podría
ser real perder? ¿Puede acaso el dolor ser parte de la paz, o el pesar
de la dicha? ¿Cómo podrían el miedo y la enfermedad adentrarse en una
mente en la que moran el amor y la santidad perfecta? La verdad tiene
que abarcarlo todo, si es que es la verdad. No aceptes opuestos ni
excepciones, pues hacer eso es contradecir la verdad.
La
salvación es el reconocimiento de que la verdad es verdad, y de que nada
más lo es. Has oído esto antes, pero puede que todavía no hayas
aceptado ambas partes de la aseveración. Sin la primera, la segunda no
tiene sentido. Pero sin la segunda, la primera deja de ser verdad. La
verdad no puede tener opuestos. No se puede hacer suficiente hincapié en
esto o pensar en ello con demasiada frecuencia. Pues si lo que no es
verdad fuese tan cierto como lo que es verdad, entonces parte de la
verdad sería falsa y la verdad dejaría de tener significado. Sólo la
verdad es verdad, y lo que es falso, falso es.
Esta es la más
simple de las distinciones, si bien, la más ambigua. Mas no porque sea
una distinción difícil de percibir. Sino porque se halla oculta tras una
amplia gama de opciones que no parecen proceder enteramente de ti. Y
así, la verdad parece tener algunos aspectos que ponen en entredicho su
consistencia, si bien no parecen ser contradicciones que tú mismo hayas
introducido.
Tal como Dios te creó, tú no puedes sino seguir
siendo inmutable; y los estados transitorios son, por definición,
falsos. Eso incluye cualquier cambio en tus sentimientos, cualquier
alteración de las condiciones de tu cuerpo o de tu mente; así como
cualquier cambio de conciencia o de tus reacciones. Esta condición de
abarcamiento total es lo que distingue a la verdad de la mentira, y lo
que mantiene a lo falso separado de la verdad, y como lo que es.
¿No es acaso extraño que consideres arrogante pensar que fuiste tú
quien fabricó el mundo que ves? Dios no lo creó. De eso puedes estar
seguro. ¿Qué puede saber Él de lo efímero, del pecado o de la
culpabilidad? ¿Qué puede saber de los temerosos, de los que sufren y de
los solitarios; o de la mente que vive dentro de un cuerpo condenado a
morir? Pensar que Él ha creado un mundo en el que tales cosas parecen
ser reales es acusarlo de demente. El no está loco. Sin embargo, sólo la
locura da lugar a semejante mundo.
Pensar que Dios creó el
caos, que contradice Su Propia Voluntad, que inventó opuestos a la
verdad y que le permite a la muerte triunfar sobre la vida es
arrogancia. La humildad se daría cuenta de inmediato de que estas cosas
no proceden de Él. ¿Y sería posible acaso ver lo que Dios no creó?
Pensar que puedes, es creer que puedes percibir lo que la Voluntad de
Dios no dispuso que existiera. ¿Y qué podría ser más arrogante que eso?
Seamos hoy verdaderamente humildes y aceptemos lo que hemos hecho tal
como es. Tenemos el poder de decidir. Decide únicamente aceptar el papel
que te corresponde como co-creador del universo, y todo eso que crees
haber fabricado desaparecerá. Lo que entonces emergerá en tu conciencia
será todo lo que siempre ha estado ahí, lo cual ha sido eternamente como
es ahora. Y entonces pasará a ocupar el lugar de los auto-engaños que
inventaste a fin de usurpar el altar del Padre y del Hijo.
Hoy
vamos a practicar la verdadera humildad, abandonando la falsa pretensión
con la que el ego intenta probar que la humildad es arrogancia. Sólo el
ego puede ser arrogante. Pero la verdad es humilde, puesto que reconoce
su propio poder, su inmutabilidad y su eterna plenitud, totalmente
abarcadora, la cual es el regalo perfecto que Dios le hace a Su Hijo
amado.
Dejaremos a un lado la arrogancia, que afirma que somos
pecadores, culpables, temerosos y que estamos avergonzados de lo que
somos; y en lugar de ello, elevaremos nuestros corazones con verdadera
humildad hasta Aquel que nos creó inmaculados y semejantes a Él en poder
y en amor.
Tenemos el poder de decidir. Y aceptamos de Él
aquello que somos, y reconocemos humildemente al Hijo de Dios. Reconocer
al Hijo de Dios implica asimismo que hemos dejado a un lado todos los
conceptos acerca de nosotros mismos y que hemos reconocido su falsedad.
También hemos percibido su arrogancia. Y con humildad aceptamos
jubilosamente como nuestros el esplendor del Hijo de Dios, su
mansedumbre, su perfecta pureza, el Amor de su Padre, así como su
derecho al Cielo y a liberarse del infierno.
Ahora nos unimos
en gozoso reconocimiento de que las mentiras son falsas y de que sólo la
verdad es verdad. Al levantarnos pensaremos únicamente en la verdad, y
pasaremos cinco minutos practicando sus caminos, alentando a nuestras
temerosas mentes con lo siguiente:
Tengo el poder de decidir.
Hoy me aceptaré a mi mismo tal como la Voluntad de mi Padre dispuso que yo fuese.
Luego aguardaremos en silencio, abandonando todo auto-engaño, según le
pedimos humildemente a nuestro Ser que se revele ante nosotros. Y Aquel
que nunca nos abandonó volverá de nuevo a nuestra conciencia, agradecido
de poder devolverle a Dios Su morada, tal como siempre debió ser.
Espéralo pacientemente hoy, e invítalo cada hora con las palabras con
las que diste comienzo al día, el cual se debe concluir con esa misma
invitación a tu Ser. La Voz de Dios te contestará, pues Él habla en tu
nombre y en el de tu Padre. Él substituirá todos tus frenéticos
pensamientos por la paz de Dios, los auto-engaños por la verdad de Dios y
tus ilusiones acerca de ti mismo por el Hijo de Dios.
Un Curso De Milagros
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Yo Soy el Ángel de la Naturaleza
Mi luz se proyecta sobre la tierra uniendo amorosamente los reinos de
la Creación. Acércate a nuestro mundo angelical y ama la naturaleza. A
través de ella nos expresamos mejor. Todo es obra nuestra siguiendo las
órdenes de Dios…
Descubre en cada flor, en cada árbol, en los
valles, en los ríos… su belleza sagrada, porque todo lo anima Él. Pon en
tu casa una pequeña planta, riégala con amor, será un símbolo que nos
une a los dos…
Ahora ven… coge mi mano… aspira profundamente y
absorbe los aromas silvestres del campo en flor y siente la húmeda brisa
del rocío, de las cascadas, de los lagos, de las fuentes que brotan.
Todo forma parte de mi naturaleza celestial. Ven… ven a mis brazos… hoy
no tendrás tropiezos. Hoy todo fluirá para ti…
AUTORA LUCY ASPRA
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Afirmacion diaria
Agradezco a los demás la bondad que me demuestran. Los elogios y la gratitud me desbordan. Louise Hay
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