¿Qué se te ha dado? Se te dado el conocimiento de que eres una mente, de
que te encuentras en una Mente y de que no eres sino mente, por siempre
libre de pecado y totalmente exento de miedo al haber sido creado del
Amor. No has abandonado tu Fuente, por lo tanto, sigues siendo tal como
fuiste creado. Esto se te dio en forma de un conocimiento que no puedes
perder. Ese conocimiento se le dio asimismo a todas las cosas vivientes,
pues sólo mediante él viven.
Has recibido todo esto. No hay nadie en este mundo que no lo haya
recibido. No es éste el conocimiento que tú transmites a otros, pues ése
es el conocimiento que la creación dio. Nada de esto se puede aprender.
¿Qué es, pues, lo que vas a aprender a dar hoy? Nuestra lección de ayer
evocó un tema que se expone al principio del texto: La experiencia, a
diferencia de la visión, no se puede compartir de manera directa. La
revelación de que el Padre y el Hijo son uno alboreará en toda mente a su
debido tiempo. Sin embargo, ese momento lo determina la mente misma, pues
es algo que no se puede enseñar.
Ese momento ya ha sido fijado. Esto parece ser bastante arbitrario. No
obstante, no hay nadie que dé ni un solo paso al azar a lo largo del
camino. Todos lo han dado ya, aunque todavía no hayan emprendido la
jornada. pues el tiempo tan sólo da la impresión de que se mueve en una
sola dirección. No hacemos sino emprender una jornada que ya terminó. No
obstante, parece como si tuviera un futuro que todavía nos es
desconocido.
El tiempo es un truco, un juego de manos, una gigantesca ilusión en la
que las figuras parecen ir y venir como por arte de magia. No obstante,
tras las apariencias hay un plan que no cambia. El guión ya está escrito.
El momento en el que ha de llegar la experiencia que pone fin a todas tus
dudas ya se ha fijado. Pues la jornada sólo se puede ver desde el punto
donde termina, desde donde la podemos ver en retrospectiva, imaginarnos
que la emprendemos otra vez y repasar mentalmente lo ocurrido.
Un maestro no puede dar su experiencia, pues no es algo que él haya
aprendido. Ésta se reveló a sí misma a él en el momento señalado. La
visión, no obstante, es su regalo. Esto él lo puede dar directamente,
pues el conocimiento de Cristo no se ha perdido, toda vez que Él tiene
una visión que puede otorgar a cualquiera que la solicite. La Voluntad
del Padre y la Suya están unidas en el conocimiento. No obstante, hay una
visión que el Espíritu Santo ve porque la mente de Cristo también la
contempla.
Aquí el mundo de las dudas y de las sombras se une con lo intangible. He
aquí un lugar tranquilo en el mundo que ha sido santificado por el perdón
y el amor. Aquí se reconcilian todas las contradicciones, pues aquí
termina la jornada. La experiencia que no se puede aprender, enseñar o
ver simplemente se encuentra ahí. Esto es algo que está más allá de
nuestro objetivo, pues transciende lo que es necesario lograr. Lo que nos
interesa es la visión de Cristo. Esto si que lo podemos alcanzar.
La visión de Cristo está regida por una sola ley. No ve el cuerpo, ni lo
confunde con el Hijo que Dios creó. Contempla una luz que se encuentra
más allá del cuerpo; una idea que yace más allá de lo que puede ser
palpado; una pureza que no se ve menguada por errores, por lamentables
equivocaciones, o por los aterrantes pensamientos de culpabilidad nacidos
de los sueños de pecado. No ve separación. Y contempla a todo el mundo, y
todas las circunstancias, eventos o sucesos, sin que la luz que ve se
atenúe en lo más mínimo.
Esto se puede enseñar, y todo aquel que quiera alcanzarlo tiene que
enseñarlo. Lo único que es necesario es el reconocimiento de que el mundo
no puede dar nada cuyo valor pueda ni remotamente compararse con esto; ni
fijar un objetivo que no desaparezca una vez que se haya percibido esto.
Y esto es lo que vas a dar hoy: no ver a nadie como un cuerpo y saludar a
todo el mundo como el Hijo de Dios que es, reconociendo que es uno
contigo en santidad.
Así es como sus pecados le son perdonados, pues la visión de Cristo tiene
el poder de pasarlos a todos por alto. En Su perdón se desvanecen. Al ser
imperceptibles para el Uno, simplemente desaparecen, pues la visión de la
santidad que se halla más allá de ellos viene a ocupar su lugar. No
importa en qué forma se manifestaban, cuán enormes parecían ser ni quién
pareció sufrir sus consecuencias. Ya no están ahí. y todos los efectos
que parecían tener desaparecieron junto con ellos, al haber sido
erradicados para ya nunca más volver.
Así es como aprendes a dar tal como recibes. Y así es como visión de
Cristo te contempla a ti también. Esta lección no es difícil de aprender
si recuerdas que en tu hermano te ves a ti mismo. Si él se encuentra
inmerso en el pecado, tú también lo estás; si ves luz en él, es que te
has perdonado a ti mismo tus pecados. cada hermano con quien hoy te
encuentres te brinda una nueva oportunidad para dejar que la visión de
Cristo brille sobre ti y te ofrezca la paz de Dios.
Cuándo ha de llegar esta revelación es irrelevante, pues no tiene nada
que ver con el tiempo. No obstante, el tiempo aún nos tiene reservado un
regalo, en el que el verdadero conocimiento se refleja de manera tan
precisa que su imagen comparte su invisible santidad y su semejanza resplandece
con su amor inmortal. Nuestra práctica de hoy consiste en ver todo con
los ojos de Cristo. y mediante los santos regalos que damos, la visión de
Cristo nos contempla a nosotros también.
Un curso de milagros
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Yo Soy el Ángel de tu Vida.
Ven junto a mí… recibe mi resplandor,
torrentes de luz divina para fortalecerte y energía celestial para
nutrirte. Recibe mis destellos de amor para llenar tu alma de
felicidad… porque llega la comprensión.
La esencia que te anima es Dios. Él es la
Vida que habita en ti. Llena tu alma de mi emanación sagrada y proyecta
la esencia con que Nuestro Padre nos creó: el Amor. Ama, y tu vida será
gloriosa. Ahora… descansa en mi pecho.
Cierra los ojos y aspira energía del
Espíritu Santo. Aspira la dorada luz y fortalece tu vida para adorar a
Dios… para crecer… para lograr objetivos… para ser feliz. Ama y la Vida
te iluminará el camino… porque la Vida es amor y el amor es Luz. Ven…
ven a mis brazos y recibe mi resplandor sublime. Aspira suavemente.
Deshazte de tus temores y confía. No sueltes mi mano… te espera la
Mañana con su ángel, que maravilloso, añora tu presencia para ser
feliz..……
AUTORA LUCY ASPRA
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Afirmación diaria
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Todos mis amigos entienden mis necesidades. Tengo muchísimos amigos
que me aman.
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