No
existen diferentes clases de vida, pues la vida es como la verdad. No
admite grados. Es la única condición que todo lo que Dios creó comparte. Y
al igual que todos Sus Pensamientos, no tiene opuesto. La muerte no
existe porque lo que Dios creó comparte Su Vida. La muerte no existe
porque Dios no tiene opuesto. La muerte no existe porque el Padre y el
Hijo son uno.
En este mundo parece haber un estado que es lo opuesto a la vida. Tú lo
llamas muerte. Sin embargo, hemos aprendido que la idea de la muerte
adopta muchas formas. Es la idea subyacente a todos los sentimientos que
no son de suprema felicidad. Es la alarma a la que respondes cuando reaccionas
de cualquier forma que no sea con perfecta alegría. Todo pesar, sensación
de pérdida, ansiedad, sufrimiento y dolor, e incluso el más leve suspiro
de cansancio, cualquier ligera incomodidad o fruncimiento de ceño, dan
testimonio de la muerte. Por lo tanto, niegan que vives.
Tú crees que la muerte es algo que sólo tiene que ver con el cuerpo. Sin
embargo, es sólo una idea, y no tiene nada que ver con lo que se
considera físico. Los pensamientos se encuentran en la mente. Estos
pueden entonces aplicarse según lo dicte la mente. Y es en su punto de
origen donde debe efectuarse el cambio si es que éste ha de tener lugar.
Las ideas no abandonan su fuente. El énfasis que este curso ha puesto en
esta idea se debe al papel central que ocupa en nuestros intentos de que
cambies de parecer con respecto a ti mismo. Es la razón de que puedas
curar. Es la causa de la curación. Es la razón de que no puedas morir. Su
veracidad te estableció como uno con Dios.
La muerte es el pensamiento de que estás separado de tu Creador. Es la
creencia de que las condiciones cambian y de que las emociones varían
debido a causas que no están bajo tu control, que no son obra tuya y que
tú jamás puedes cambiar. Es la creencia fija de que las ideas pueden
abandonar su fuente y adquirir cualidades que ésta no posee,
convirtiéndose así en algo diferente de su origen, aparte de éste en lo
relativo a su naturaleza, así como en lo relativo al tiempo, a la
distancia y a la forma.
La muerte no puede proceder de la vida. Las ideas permanecen unidas a su
fuente. Pueden extender todo lo que su fuente contiene. En este sentido,
pueden ir mucho más allá de sí mismas. pero no pueden dar origen a lo que
jamás se les dio. Tal como fueron concebidas, así será como ellas a su
vez conciban. Tal como nacieron, así es como darán a luz. Y de allí de
donde provinieron, allí mismo regresarán.
La mente puede pensar que duerme, pero eso es todo. No puede cambiar su
estado de vigilia. No puede hacer un cuerpo, ni tampoco habitar en un
cuerpo. Lo que es ajeno a la mente no existe porque no tiene una fuente.
La mente crea todas las cosas que existen, pero no puede otorgarles los
atributos que no posee, ni tampoco cambiar su propio estado eterno de
plena conciencia. No puede dar lugar a lo físico. Lo que parece morir no
es sino la señal de que la mente está dormida.
Lo opuesto a la vida tan sólo puede ser otra forma de vida. como tal, se
puede reconciliar con lo que la creó porque no es realmente un opuesto.
Su forma puede cambiar, así como aparentar ser lo que no es. Mas la mente
es mente, tanto si está despierta como dormida. No es lo opuesto a nada
que ella misma haya creado, ni a lo que parece hacer mientras cree estar
dormida.
Dios sólo crea mentes despiertas. Él no duerme, y Sus creaciones no
pueden poseer algo que Él no les confiera, ni dar lugar a condiciones que
Él no comparte con ellas. El pensamiento de muerte no es lo opuesto a los
pensamientos de vida. Libres para siempre de toda oposición, los
Pensamientos de Dios son eternamente inmutables, y tienen el poder de
extenderse nmutablemente para siempre, aunque dentro de sí mismos, pues
son omnipresentes.
Lo que parece ser lo opuesto a la vida es meramente un sueño. Cuando la
mente elige ser lo que no es y asumir un poder que le es ajeno y que no
posee, un estado foráneo al que no puede adaptarse o una condición falsa
que no forma parte de su Fuente, simplemente parece que se va a dormir
por un rato. Y sueña al tiempo: un intervalo en el que lo que parece
acontecer en realidad nunca ha sucedido, los cambios ocurridos carecen de
fundamento y los acontecimientos que parecen tener lugar no están en
ninguna parte. Cuando la mente despierta, sencillamente continúa siendo
como siempre fue.
Seamos hoy criaturas de la verdad, y no neguemos nuestro santo
patrimonio. Nuestra vida no es como nos la imaginamos. ¿Quién podría
cambiar la vida sólo porque cierre los ojos, o porque haga de sí mismo lo
que no es al estar dormido y ver en sueños algo opuesto a lo que él es?
Hoy no pediremos la muerte en ninguna de sus formas. tampoco dejaremos
que ni siquiera por un instante cosas imaginarias que aparentemente se
oponen a la vida moren allí donde Dios Mismo estableció el Pensamiento de
vida eterna.
Hoy procuraremos mantener su santo hogar tal como Él lo estableció y como
Su Voluntad dispone que sea eternamente. El es Dueño y Señor de lo que
hoy pensamos. Y en Sus Pensamientos, que no tienen opuesto, entenderemos
que sólo hay una vida, y ésa es la vida que compartimos con Él con toda
la creación, así como con sus pensamientos, los cuales Él creó como una
unidad de vida que no puede separarse con la muerte ni abandonar la
Fuente de vida de donde provino.
Compartimos una sola vida porque tenemos una sola Fuente desde la que nos
llega la perfección, la cual permanece por siempre en las santas mentes
que Él creó perfectas. Somos ahora tal como siempre hemos sido y como
seremos siempre. La mente que duerme no puede sino despertar, según ve su
propia perfección reflejando al Señor de la Vida tan perfectamente que se
funde con lo que allí se ve reflejado. Y ahora ya no es un simple
reflejo, sino que se convierte en aquello que refleja y en la luz que
hace que el reflejo sea posible. La visión deja ahora de ser necesaria.
pues una mente despierta es aquella que conoce su Fuente, su Ser y su
Santidad.
Un
Curso de milagros
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Yo
Soy el Ángel del Amparo.
Ven
al abrigo de mis brazos… quiero que hoy sientas el calor de mi energía,
mi protección especial. Apóyate en mi pecho y cierra los ojos, querido
mío. Ahora aspira… aspira suave y profundamente.
Aspira
mi emanación de amor, de paz, de apoyo celestial. Visualiza un lago azul…
sereno… bellísimo… allí se refleja el resplandor de mi aura… de
tranquilidad.
Acurrúcate
en mi pecho y mira en el lago. Tú estás en mis brazos… protegido. No
existe la aflicción. Nunca tengas temor… invócame siempre y tendrás mi
protección… confía… acércate a los ángeles. Todos te esperan con ternura,
quieren ser tus amigos. Ahora sonríe seguro, cogido de mi mano.
El
día te espera con amor y con un presente especial… y recuerda… tienes mi
amparo celestial. Recibe un beso sagrado que deposito en tu alma y la
dulce caricia de un suspiro en tu corazón…
En
Amor Y Gratitud,
¡Que
tengan un muy buen día!
LUCY
ASPRA
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Afirmación diaria
Me considero una persona hermosa, apreciada y
digna de ser amada. Me enorgullezco de ser quien soy. Louise Hay
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