lunes, 2 de abril de 2012

Desintoxicación Psico-espiritual: Pensamientos y Observaciones

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TOM KENYON, M.A.
www.tomkenyon.com
Traducción: María Cristina Cáffaro
En el transcurso de mis casi treinta años como Consejero Psicológico y Psicoterapeuta he observado muchas formas de toxicidad emocional y mental, tanto en mis clientes como en mí mismo.
También he observado cómo el cuerpo y la mente manejan estos tipos de toxinas, cómo aparecen, cómo se presentan, y cómo se transforman o neutralizan durante el proceso de transformación.
En este breve artículo me gustaría compartir algunas de esas observaciones con la esperanza de beneficiar a quienes encuentren este tipo de toxicidad en sí mismos, y/o  a aquellos de ustedes que estén usando tecnologías transformacionales con otros.
En primer lugar, definamos nuestros términos. La palabra “psico-espiritual” es una palabra compuesta que deriva de dos: psicológico y espiritual. Aquí la idea es que hay un territorio en el que se encuentran lo psicológico y lo espiritual. Y es en este territorio de la mente y las emociones donde el material psicológico afecta la experiencia espiritual. También es aquí donde las dimensiones espirituales del individuo pueden afectar lo psicológico – y a menudo lo hacen.
Permítanme dar un ejemplo de lo que digo.
El Dios de Emma
Hace muchos años me enviaron una mujer con depresión.  Unos nueve meses antes, su esposo había muerto de una enfermedad terminal después de 40 años de matrimonio, y con su muerte  ella había perdido a su mejor amigo y a su querido compañero de la vida. No sólo eso, sino que ella sola había cuidado de él durante los últimos dos años. Con esta muerte ella había perdido todo interés en el mundo y se sentía cada vez más aislada de sus amistades. Estaba en un claro período de retiro y duelo.
Durante nuestra primera entrevista le pregunté por sus hobbies e intereses para saber si podrían servir como elemento para ayudarla. Mencionó al pasar que había sido muy afecta a la jardinería, pero la había dejado cuando tuvo que cuidar de su esposo.
Me pareció evidente que Emma (no es su verdadero nombre) vivía en ese momento una vida empobrecida a causa de una incapacidad de identificarse como algo distinto de la cuidadora de su esposo.  Al ya no estar él en su vida, ella no sabía cómo juntar los fragmentos.
Esto era material psicológico típico, y mi tarea principal como terapeuta era ayudarla a encontrar un camino de regreso al mundo de las relaciones humanas y de un propósito personal.
Elegí guiarla hacia un estado receptivo de atención interior usando la Hipnosis Médica de Erickson, que utiliza historias metafóricas para activar potenciales ocultos de sanación en el individuo.
Yo conocía bien los estados mentales que produce la hipnosis ericksoniana, porque la había usado ya durante diez años en mi práctica cuando Emma llegó a pedir ayuda. Pero no estaba preparado para lo que Emma hizo con las metáforas que yo le creé.
Como ella había hecho jardinería, creé una historia que presentaba su situación a través de la metáfora de una planta que necesitaba un cambio de maceta.
Una de las muchas bellezas de la Hipnosis Médica de Erickson es que la mente inconciente reconoce las metáforas fundamentales como mensajes referidos al individuo. Así, Emma comprendió que el mensaje implícito en la planta que necesitaba una nueva maceta tenía que ver con ella misma.
En esta historia, la planta había crecido demasiado para su maceta y necesitaba que la pusieran en un recipiente más grande. Cuando la planta fue cambiada a una maceta mucho más grande, se vio en estado de shock porque había tanto lugar que no sabía qué hacer.  Entonces le sugerí a Emma que las raíces de la planta se empezaron a extender en la tierra sin que la planta se diera cuenta, y que esas mismas raíces empezaron a obtener todos los nutrientes que la planta precisaba para crecer – automáticamente – aun cuando la planta ni siquiera sabía lo que pasaba.
Con esta historia altamente metafórica, yo había creado un buen material para que el inconciente de Emma se sirviera de él.  Yo sospechaba que ella utilizaría las metáforas como vías para crear nuevos recursos interiores que le permitirían extender sus raíces hacia el mundo exterior y eventualmente restaurar sus contactos sociales (tarea psicológica muy importante).  Pero nunca imaginé que esta mujer deprimida de más de setenta años llevaría esto desde lo personal al ámbito de lo transpersonal.
Hacia el final de la historia, Emma empezó a llorar suavemente. Luego, a sollozar. Después de unos pocos minutos, en los que hice una pausa para darle lugar a sentir plenamente sus emociones, los sollozos disminuyeron y ella empezó a sonreir. De hecho, su rostro parecía beatífico.
Terminé mi historia, que era en esencia una serie de mensajes encubiertos para su mente inconciente,  diciendo que ella descubriría los recursos internos para salir de su depresión y encontrar nuevas formas de relacionarse con el mundo.
Noté entonces que su respiración se había vuelto extremadamente superficial en este punto, señal de que estaba procesando algo a un nivel muy profundo de su conciencia.
Me quedé en silencio con Emma unos pocos minutos,  hasta que abrió los ojos.  Primero miró hacia la ventana y la luz del atardecer que inundaba mi consultorio. Luego me miró con  una sonrisa.
Le pregunté qué había pasado, y me describió cómo se había transformado en una planta, y cómo tomó los mensajes sobre la planta como mensajes para ella. Hacia el final de la historia, sintió que la levantaban dos manos masculinas y la llevaban al cielo. Recién cuando hubo entrado en el cielo (claramente experimentando ser una planta) ella se dio cuenta de que las manos pertenecían a Dios.
Dios le habló entonces, tan claramente como le había estado hablando yo. Le dijo que ella había hecho todo lo que había podido hacer por su esposo, y que no se preocupara. Estaba muy emocionada cuando me relató esta parte de la historia, y también agregó que en ese punto fue cuando empezó a sollozar durante la sesión.
Luego, me dijo, Dios la había bajado a ella (como planta) a través de las nubes del cielo y la había plantado firmemente en la tierra.
A veces, hay momentos mágicos en los que un cliente penetra exitosamente en el núcleo de un tema fundamental, y entonces hay como una sensación de que el tema ya se ha resuelto de algún modo mágico.  Y todo lo que se necesita es un poco de tiempo para ver cómo esto se manifiesta en la vida de la persona.  Habíamos llegado a uno de esos momentos; Emma y yo nos sonreímos mutuamente, sintiendo – creo – que todo estaría bien.
Le pregunté, como al pasar, si me podía contar cómo se le había aparecido Dios. Sin pensarlo un momento, me dijo con la mayor naturalidad que tenía cabellos blancos y una larga barba blanca.  Dijo que, cuando él la había plantado de vuelta en la tierra con sus propias manos, ella supo que todo estaría bien.
Le agradecí a Emma que compartiera esto conmigo y acordamos una entrevista a las dos semanas – para ver cómo iban las cosas.
La Emma que entró en mi consultorio dos semanas después apenas se parecía a la mujer deprimida que había llegado a mi puerta la primera vez.
Esta Emma estaba feliz y segura de sí.  Me dijo que en seguida después de la sesión, se había ido a un negocio de jardinería y había comprado macetas nuevas para las plantas de su casa. También se había comunicado con sus antiguas amistades y me contó que su agenda social estaba ahora demasiado cargada para destinar su precioso tiempo para verme otra vez, cosa con la que yo concordaba de todo corazón.
La experiencia de Emma en mi consultorio fue un maravilloso ejemplo de cómo el material psicológico puede ser afectado o transformado por una experiencia espiritual.
El problema de Emma es común en las personas que cuidan a sus seres queridos por largo tiempo y luego los pierden por la enfermedad. A menudo hay una pérdida de la identidad personal, reemplazada por “la cuidadora”, y sin este sentido de identidad propia hay otro nivel de pérdida.
Algo que me parece interesante en el caso de Emma es que su depresión se resuelve a través de la acción de una “fantasía” espontánea.  Y esta “fantasía” generada por su propio inconciente en respuesta a la metáfora ericksoniana, la condujo a una clásica experiencia transpersonal. Con esto quiero decir que ella entró en un ámbito de su ser que trascendía a su personalidad, un mundo numinoso en el que experimentó “la mano de Dios” cumpliendo un papel en su liberación de la atadura emocional de su depresión.
Quiero aclarar a qué me refiero al decir “fantasía” de Emma. Su experiencia tuvo lugar en mi consultorio en el contexto de una intervención psicológica. En este tipo de trabajo, las experiencias del tipo que tuvo Emma se llaman “fantasías” porque son experiencias de tipo onírico. Hablando en general, los profesionales de la salud mental no ven estos tipos de “fantasías” como reales, sino más bien como una especie de expresión mental/ emocional para satisfacer un deseo de la psiquis.  Para dejarlo en claro, realmente no sé si el encuentro de Emma con Dios fue una mera “fantasía” o una intervención mística del Divino.  Esto es cosa para las novelas de misterio, en este caso ¿quién lo hizo?
Como terapeuta, mi objetivo era pragmático: ayudar a Emma a salir de su depresión. Si el agente responsable de esto era Dios mismo, pues que así fuera. Si era una “fantasía” generada únicamente por su inconciente, pues que así fuera.
Debo decir algo más. Cuando Emma estaba en su profundo trance hipnótico y experimentando su impresión de Dios, para mí había una presencia espiritual palpable en la habitación  y una sensación de gracia trascendente. Cuál fue su verdadera naturaleza, no puedo decirlo. Sí puedo decir que me conmovió profundamente la simplicidad y la elegancia del encuentro de Emma con su propia versión de Dios.
También es interesante que  Emma experimentara a Dios como un anciano con cabellos blancos y larga barba blanca. Debo decir que he trabajado con cientos de individuos de muy variada extracción cultural y religiosa y, en casi todos los casos, el Divino se presentaba de acuerdo a las expectativas y creencias de la persona.
Cualquiera que haya sido la naturaleza última del encuentro de Emma con Dios, tuvo efectos profundos sobre ella. En una sola sesión eliminó su depresión y cambió su conducta de auto-aislamiento a otra de conexión con el mundo y sus amistades. Esto es un cambio radical y sucedió porque la naturaleza espiritual o transpersonal de Emma informó (o afectó) a su naturaleza psicológica.
En el caso de Emma, su encuentro con los ámbitos transpersonales de su ser desencadenó una apertura de libertad personal.
A veces, sin embargo, las personas tienen otros tipos de reacción ante las experiencias transpersonales que se generan por estados alterados de la percepción. Esas reacciones son muy personales y, según he visto, muy variables de una a otra persona.
Hace varios años di una charla y una demostración de Sanación por Sonido en un gran Congreso en Alemania. Esta sesión de sonido en particular produjo diversas energías transformacionales y pautas de sonido. Lo fascinante de esta presentación fue que muchas personas en el salón se sintieron elevadas e inspiradas por los sonidos, en tanto otras informaron que tuvieron mareos y se sintieron irritadas por los mismos sonidos.

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